De la última unidad de un apartado complejo industrial de Toronto proceden un sinfín de bellos y perfectos trabajos de pintura, codiciados en todo el mundo.

Como su nombre sugiere, Vélocolour pinta bicicletas, pero eso sería demasiado simplista. El trabajo de Noah Rosen, su compañera Suzanne Carlsen y la pintora a tiempo completo Elodie abarca desde la restauración de antiguas bicicletas de carreras hasta diseños a medida y trabajos artísticos. Quienes visitan sus instalaciones suelen decir que sus obras deberían adornar las paredes de una galería de arte en lugar de las carreteras o los senderos de montaña.
Vélocolour se encuentra en el número 191 de Weston Rd. y ocupa un antiguo taller de carrocería, equipado con una cabina de pintura integral. A diferencia de sus curiosos vecinos, una mezcla de garajes y talleres de carrocería, Vélocolour puede albergar cincuenta proyectos, mientras que en los talleres contiguos no paran de entrar y salir coches.
Noah Rosen fundó la empresa en 2008, después de trabajar para uno de los padres fundadores del mundo de las bicicletas personalizadas.

"La verdad es que no tenía ni idea de pintura, en aquel momento ni siquiera sabía que pintar bicicletas era un trabajo de verdad. Yo tenía una formación artística, había estudiado cerámica y escultura, pero él pensó que se me daría bien.
Me dio la oportunidad de aprender a pintar. Tenía acceso a una cabina de pintura y a unas pistolas bastante viejas; se trataba de un equipo bastante básico, con más de 20 años de antigüedad. Pasé muchas noches hasta tarde, aprendiendo a no meter la pata."

En 2009, un premio a la Mejor Pintura en el North American Handmade Bicycle Show (NAHBS), por la restauración de una bicicleta de carreras Cinelli de 1951, puso a Vélocolour en el punto de mira.
"No fue hasta el tercer o cuarto año del programa, cuando empezó a despegar de verdad, a medida que yo me iba introduciendo en el negocio. De repente, estaba considerado uno de los mejores pintores de Norteamérica. Pero se necesitan años para ser bueno. Ahora no creo que realmente fuera tan buena, pero la bicicleta era interesante y el trabajo de pintura no estaba mal."

Al principio, el taller estaba más enfocado a la restauración, pero a lo largo de los años han ido realizando cada vez más trabajos de diseño, hasta el punto de que ahora el 75% de los encargos son de pintura personalizada en bicicletas más modernas de acero, titanio y carbono.
El equipo de Vélocolour ha desarrollado una estética única que embellece la superficie tubular de 4 cm de diámetro con la que tienen que trabajar.

"Suzanne y yo, que venimos del mundo artístico, tenemos nuestros propios límites estilísticos; hace años dije que nada de llamas, calaveras o telas de araña. Nuestro diseño es más ilustrativo, de líneas finas y motivos geométricos. Desde el punto de vista estilístico, somos muy diferentes de los pintores de automóviles personalizados. Lo que funciona en coches o incluso motos no es aplicable a las bicicletas."

El trabajo de pintura de los cuadros, ya sean de acero vintage o de carbono moderno de tecnología puntera, es un estudio de precisión y perfección. Los trabajos de pintura por encargo que lleven más de treinta horas se devuelven al tanque de decapado si las líneas del diseño no son lo suficientemente limpias.

Como nos explica Noah, "es una decisión que adoptamos, nuestros clientes envían bicis de todo el mundo y esperan lo mejor de nuestro trabajo. El cliente está muy cerca del producto acabado, montado en la bicicleta, contemplando el cuadro durante cuatro o cinco horas, así que no puede haber ni una imperfección."
Un ejemplo de la visión única de Vélocolour son las bicicletas con temática de hojas de arce creadas para el equipo canadiense de ciclismo de montaña en los Juegos Olímpicos de Tokio 2021, así como el trabajo para el Norco factory team.
Noah posee una colección de pistolas SATAminijet 4400 B, todas ellas con tecnología HVLP y boquillas 1.0 y 1.2, así como indicadores digitales SATA adam 2.

"Cuando empecé a pintar, decidí hacerme con una buena pistola y ésa fue la SATAminijet, y la verdad es que valió la pena, la usé para todo. Ahora tenemos cinco SATAminijets, una buena pistola que hace todo lo que le pedimos. También usamos el sistema SATA RPS, muy útil, y se puede utilizar para guardar la pintura. Son increíbles, funcionan bien."
Vélocolour utiliza muchos de los materiales de pintura empleados en el sector del repintado de automóviles: imprimaciones epoxídicas, acabados al agua y barnices de bajo contenido en COV. "Tal vez no hayan sido diseñados para pintar bicicletas, pero con el tiempo hemos perfeccionado nuestros procedimientos que nos permiten realizar hermosos trabajos de pintura, que perdurarán durante años en un entorno ciclista del mundo real."
Hay un ámbito en el que sí difieren de las aplicaciones típicas de automoción: el uso de una capa transparente Imron muy resistente. Difícil de pulir pero resistente al desconchado, la capa transparente también evita las imperfecciones producidas por el papel burbuja cuando los cuadros de las bicis permanecen empalados durante semanas y se envían a clientes de EE.UU., Europa, Oriente Medio, Asia e incluso Australia.

El precio medio de un trabajo de pintura de Vélocolour oscila entre los 1.800 y los 2.600 dólares, dependiendo del número de colores, gráficos y detalles. Los trabajos personalizados más sofisticados pueden llegar a costar hasta 5.000 dólares.

"Toda la industria de la bici ha explotado, la gente está dispuesta a gastarse mucho más en sus bicis. Algunos de los cuadros que pintamos son parte de modelos de competición de gama alta que pueden llegar a costar 40.000 dólares una vez terminados."

El taller tiene una lista de espera de seis meses; el equipo se vuelca en conseguir que los proyectos de los clientes estén terminados en un plazo ajustado.